Primer pasaje:
Ya entrada la noche me veo al espejo y me recuerdo, se ve uno como en otoño cuando ya han caído las hojas de los árboles y solo quedan unas pocas, como esas valientes y vacilantes hojas que aún permanecen en su rama esperando aquel viento el cual montar, que están convencidas y aferradas de que siguiendo aquello que realmente sienten podrán seguir en contacto directo con aquellas rices que les dieron vida, con aquello que resulta lo mas básico del -serhoja-.
Pero es que no están ya del suficiente color cafe para caer, para soltarse a volar ya de una vez, para seguir su propio incierto camino, de su confuso andar, en el que dependerá de las decididas vueltas que den lo lejos que podrán volar, pero, a esas hojas no les queda mas que prepararse para su eventual partida. Por que hay cosas que por tiempo, este que nunca para a esperar, se aproxima su suceso y es donde con el empeño que hacen de su creencia, es decir su palabra, podrán volar tan lejos como se puedan hablar por que cuando dejen de volar y mueran deberán haber hecho lo que a si mismas se dijeron, para que al caer sirvan de tierra a la semilla que después, ahí, podrá nacer y dar muchas más valientes hojas que en espera del viento, lejos podrán volar.
Al final se que debo retirarme dentro de mi mismo, sobre todo cuando necesite compañía, el problema es que hay momentos donde no me encuentro.
